OCAÑA FERNANDEZ, ALMUDENA
Si el propósito de la escuela es preparar para la vida, la música como experiencia que acompaña al ser humano desde su nacimiento debería ocupar un lugar destacado en la educación. Sin embargo, el trato que esta materia ha recibido y todavía recibe en los diferentes contextos educativos en nuestro país es desigual. La presente obra ofrece razones para reconocer la necesidad de una educación musical de calidad en la escuela pública. Esto supondría situar la experiencia musical en un primer plano, junto al resto de las de materias, de modo que se superaría su uso como mero telón de fondo para realizar otras tareas.
La aproximación al hecho musical desde su dimensión cognitiva, emocional y social será clave para entender qué papel puede desempeñar la música en la escuela. Una escuela en una sociedad fragmentada, inmersa en continuos y acelerados cambios que generan numerosas posibilidades, pero, a la vez, múltiples desafíos e incertidumbres.
Hablar de la experiencia musical como mediación supone reconocerla no solo por su valor estético que ya sería una razón más que suficiente para otorgarle un lugar relevante en el currículo obligatorio, sino también como un medio de expresión que contiene saberes, ideologías y un lenguaje propio. Esta característica le confiere protagonismo en la acción pedagógica, pues facilita experiencias de aprendizaje en las que se promueven la creatividad, la participación, la expresividad y la racionalidad. Por tanto, el vínculo necesario entre la escuela y la universidad requiere una formación inicial de los docentes que apueste por integrar saberes disciplinares, prácticos y experienciales en torno a la música a fin de generar un proceso compartido de construcción del conocimiento a partir de la investigación, la revisión crítica, el diálogo y la comunicación.